Una persona camina por una calle. Ese día se siente bien, contenta: No le molestó despertar temprano, su taza de café le quedó de maravilla, logró tomar el transporte sin contratiempos, en el trabajo o en los estudios todo se dio bien… hasta que encuentra en sentido contrario precisamente a “esa” persona. Hasta allí le llegó la felicidad. ¿Qué ha pasado?
La felicidad es un estado de la persona. No se puede decir que se obtiene cuando el individuo tiene lo que desea. Viene sola. A pesar de las carencias, cualquier sujeto en este mundo puede tener un instante de felicidad, de paz o dicha. ¿Cómo se pierde? Si la persona entiende que la felicidad es un estado interior, debe averiguar cómo alcanzarlo. Si sabe cómo alcanzarlo, debe luego comprender que no importa lo que suceda afuera, en la cotidianidad o los eventos. La felicidad no debe alterarse con esas cosas.
¿Nos roban las felicidad? No. Sólo permitimos que las cosas del mundo nos invadan y perdamos ese estado.
No debemos permitir que el mundo nos quiten ese estado interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario