lunes, 6 de septiembre de 2010

Háblame de algo que me interese

conversacion Tras varias reflexiones, uno puede darse cuenta hasta dónde llega la amistad. El ser humano es un ente social, es decir, necesita de la compañía de otros para compartir y comunicarse. El hablar diferencia a la persona del resto de seres de este planeta. Las personas se reúnen para hablar, ahora bien ¿de qué hablan?

Se puede intentar asegurar que más del 80% de las conversaciones se relacionan a terceras personas o bien a situaciones propias hacia otras personas. De la gran mayoría de conversaciones donde uno tiene el deber de participar, en prácticamente ninguna el narrador se pone en el papel del perdedor, sino más bien resalta su astucia, su templanza o su “coraje” para poner en el sitio que le corresponde a su “contrincante”. Nunca habla mal de sí mismo.

Para que al conversación sea efectiva, de acuerdo a la parte teórica, debe haber una retroalimentación, es decir, quien escucha debe formar parte activa del proceso, añadiendo o alimentando el diálogo con sus aportes. Pero para que ese proceso se cumpla, el que escucha debe interesarle lo que el otro dice.

Las personas quieren hablar de sí mismas (de hecho, muchas conversaciones se dan poniendo de protagonista a quien habla, aunque sea siendo espectador). Ocurre entonces que mientras una persona habla el otro se muere de ganas de aportar algo más, teniéndose de protagonista también.

Si la conversación se orienta a la experiencia de uno, y deja de lado al otro, se hace aburrida. La persona en el fondo no le interesa lo que le pase a quien habla, sólo quiere aprovechar la oportunidad de expresarse. No se si se entiende la idea. Muchas conversaciones entonces no son sinceras. Se dan por cortesía, claro, pero en el fondo la persona puede preguntarse en lo secreto “¿Y a mi qué me importa?”.

“Las apariencias nos hacen parecer normales”

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