jueves, 14 de agosto de 2008

Cuando los que oyen no escuchan


Hay ocasiones donde la gente no te escucha. Y no te escuchan no porque pronuncies de manera incorrecta o con un tono de voz muy bajo, no. Simplemente no escuchan porque oyen. Téngase en cuenta la diferencia entre oir y escuchar. Cuando se escucha realmente se presta toda la atención a lo que el otro dice. Muchos simplemente dejan que los sonidos entren en su cabeza pero no los procesan.

Me han pasado situaciones donde he dicho algo y la persona responde una cosa que nada tiene que ver con la conversación. La persona contesta a algo que llamó su atención, generalmente a una idea secundaria o algo que nada tenía que ver con la idea principal. ¿Qué hacer en ese caso? De mi parte, repito lo que estoy diciendo para darle a entender a la persona que eso que le digo necesita una respuesta. Por ejemplo, uno dice:

- ¿De qué color vas a querer la pintura para esta pared?
- Bueno, la otra vez se pintó de un color más feo que tuve que mandarla a quitar porque...
- Ajá, pero ¿De qué color vas a querer la pintura para esta pared?

O sea, la respuesta nada tiene que ver con la pregunta. ¿Si me explico? Uno repite la pregunta para que el otro la conteste. Sé que la filosofía Zen o Sufí puede dar respuestas incoherentes para ayudar al despertar de la conciencia... pero ¡por favor! Yo solo quiero una respuesta exacta y precisa a una cosa que en el momento es necesaria y merece el gusto del otro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen estilo...Realmente, buen estilo.