jueves, 28 de octubre de 2010

¿Quien eres?

A esta pregunta una persona común podría contestar con su nombre. No, así es como te llaman (porque ni siquiera lo escogimos nosotros), ¿Quién eres? Tal vez conteste con su profesión. Pues tampoco, eso es a lo que te dedicas. ¿Quién eres? Tal vez podría decir hombre o mujer. Pero tampoco, eso es simplemente su género. ¿Quién eres?

Ante este tipo de “acoso” la persona saca a relucir quien verdaderamente es. El intelectual empezará a describir un montón de cosas, tal vez decir ciertas cuestiones filosóficas cargadas de profundidad mística… sin embargo, el sabio guardaría silencio.

Y es que lo que somos realmente nada tiene que ver con lo que pensemos que somos, no. Lo que somos realmente no tiene que ver con lo que digamos, nada de eso. Somos lo que hacemos. Tan simple como eso. Somos lo que hacemos.

Por eso, luego de la pregunta anterior, podemos evidenciar realmente quién es la persona. No por la respuesta sino por su comportamiento.

Lamentablemente hemos conocido personas muy místicas, muy letradas, muy trascendidas que en un momento dado cuando se les lleva la contraria (en ocasiones con toda la intención del mundo, mea culpa) estallan, relinchan, explotan cual persona común, bárbara e irracional. Entonces, la persona no es lo que dice o presume ser, es simplemente una persona común con muchas cosas en la cabeza. Por ello, dice más de nosotros un gesto, una mirada o una palabra, más que el contenido en sí de lo que digamos. Hay tanto delito cuando se calla cuando se debe hablar que hablar cuando se debe callar.

Una persona cualquiera puede presumir demasiado en algo, pero en el momento menos pensado se le ven sus costuras. Por ello, cuando una persona habla demasiado, en realidad está diciendo más de sí de lo que cree. No es cuestión de fingir a los demás o mantener una apariencia. Para aquellos que son diestros en entender el comportamiento humano no se le escapará nada.

Por ello, cuando te pregunten ¿quién eres? cualquier cosa que hagas lo dirá antes que tus palabras. Compórtate como quieres ser, de nada sirve que digas lo que quieras si con tus hechos no lo demuestras.

viernes, 8 de octubre de 2010

Yo soy salvo, lamento que tu no lo seas

El título no es por algo que yo he dicho, sino por la posición de una persona que me contacta. Esta mañana mientras estaba en mi trabajo, suena mi teléfono celular con un mensaje vía SMS. Dice lo siguiente:

“La verdadera Gnosis que un ser humano llegar a conocer es el temor reverente a Dios creador de los cielos y la tierra. Lo invito a conocerlo. José González”

En primera instancia mi extrañeza. Reflexiono unos segundos y caigo en cuenta que alguna persona de sendas cristianas habrá visto mi número en una publicidad sobre conferencias de Gnosis (la cual en ocasiones doy). Extrañado por el mensaje, decido contestarle muy cortésmente:

“Lo conozco, gracias. Lo que es realmente Dios está más allá de la interpretación caprichosa de un libro. No es lo mismo temer que respetar. El ciego teme, el sabio respeta porque conoce los límites que posee y reconoce el poder de la divinidad. Que reciba la comprensión para que despierte y se libere. Gracias. Buen día”

Reconozco que fui algo duro en mi respuesta, pues cada quien es libre de pensar lo que quiera. Sin embargo lo hago en respuesta a la actitud que tuvo en su primer mensaje, como diciendo que uno no sabe lo que dice y que al andar en caminos errados, se pierde de conocer la verdadera gnosis. Una persona que nada sabe de gnosis hablándole a alguien que hasta clases de ella da. En relación a mi última frase “reciba la comprensión para que despierte y se libere” lo decía porque en ocasiones la persona asume una actitud equivocada y empieza a creerse más que los demás, por lo tanto de manera arrogante empieza a dar consejos a los demás sin que ellos se lo pidan siquiera. Lo de liberarse se relaciona a eso: dejar de lado esas actitudes y no enredarse la vida con problemas de ese tipo. En fin. A los pocos minutos manda una respuesta:

“Buenos días que nuestro Magnífico JEHOVÁ Dios le bendiga con un día hermoso y muy cerca de la realidad ruego por que así sea amén. Salud y Paz. José González”

Es un mensaje que tomo con agrado, pues me manda por medio de su Dios bendiciones que para nadie cae mal. Además pide por mí para que me mantenga cerca de la realidad. ¡Amén también!

Como no contesté más nada porque consideré que el intercambio había finalizado, sale con esto:

“Cómo lamento que usted sea mudo, sordo y ciego respecto a la palabra de DIOS ESCRITA LA BIBLIA. José González”

Vuelve la burra al trigo, como decían en mi pueblo. ¿Por qué la gente no puede quedarse simplemente en paz? Al no tener reacción de discordia de mi parte, suelta lo que realmente sentía. Es decir, el mensaje anterior (de bendiciones) no fue sincero. Una lástima. Para cerrar el punto, contesto con otro SMS:

“Gracias. ¿No le parece que su actitud está en contra de sus creencias? ‘Predicad el evangelio y curar enfermos’, para nada es ’Hacer proselitismo e insultar a quien no le interesa’. Dios es Amor, no fanatismo. Si usted es salvo no pierda tiempo con los que no. A mí me falta mucho aún. Que su Dios le ilumine. Buen día”

¡Pero qué descaro! Decía yo. Otra lamentable muestra de autosuficiencia. ¿Donde queda la humildad expuesta por Jesús? Fue humilde, sin duda, lástima que quienes le siguen en ocasiones caigan en la horrible soberbia de creerse lo que no son. Yo sé cuál es mi camino y en mi estado actual, sé con certeza que me falta mucho para alcanzar eso que llaman “salvación”. Si la persona se siente salva ¿por qué fastidia a los que no? Si al menos le ayudara, no, solamente les critica.

Como no le debo nada, acá les dejo su número de celular para quien quiera recibir su palabra o darle paganas bendiciones: +58 416 7413256

Pd. Mis respetos a la comunidad cristiana. Lamentable que algunos engreídos de sus filas sigan dañando lo que le Venerable entregara hace casi 2000 años.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Quién te garantiza a ti….

A través de diferentes eventos que suceden en la vida, la persona debe tomar determinadas posturas. Gracias a ello se ha creado la ética. Es ésta la que ha originado la religión y por supuesto el llamado sendero espiritual. Por mantener ese código moral aparecen los reglamentos, las leyes y demás cosas para mantener un equilibrio. Pero si vamos desde únicamente el punto moral o espiritual….
¿Quién te garantiza a ti que existe un más allá? Inevitablemente muchas sociedades basan su comportamiento en este mundo teniendo en cuenta lo que les ocurrirá más adelante, por eso, no hacen determinadas cosas. ¿Quién te garantiza que la paga del pecado es la muerte? ¿Quien te garantiza que deberás responder por tus actos? ¿Quién te garantiza a ti que existe un Dios compasivo que te recibirá con los brazos abiertos por tus buenas acciones? ¿Quién te dice que existe alguien con cuernos que te atrapará si no?
¿Y si no hay nada? ¿Y si fuera de todo existe el profundo vacío, la perpetua oscuridad de la nada? ¿Quién te garantiza que dar rienda suelta a tus gustos y pasiones te traerá “Karma” negativo? ¿Por qué existe gente en el mundo perversa que disfruta y gente humilde y correcta que sufre? ¿Y si los esfuerzos de cada uno no traen beneficios luego?
Ciertamente la conducta humana se basa en lo que cree que es correcto. Realmente no existe el mañana ni tampoco existe el ayer. Lo que nos interesa es el ahora, el AHORA. ¿Qué importa qué diga tu código ético, moral o espiritual? ¿Qué importa tu doctrina, religión o secta?
La vida hay que vivirla, disfrutarla, la vida es ahora.
Por ello, hay sólo una cosa que me preocupa: ¿Quién me garantiza que todo lo que he dicho sea falso? ¿Y si realmente hay algo?

lunes, 6 de septiembre de 2010

Háblame de algo que me interese

conversacion Tras varias reflexiones, uno puede darse cuenta hasta dónde llega la amistad. El ser humano es un ente social, es decir, necesita de la compañía de otros para compartir y comunicarse. El hablar diferencia a la persona del resto de seres de este planeta. Las personas se reúnen para hablar, ahora bien ¿de qué hablan?

Se puede intentar asegurar que más del 80% de las conversaciones se relacionan a terceras personas o bien a situaciones propias hacia otras personas. De la gran mayoría de conversaciones donde uno tiene el deber de participar, en prácticamente ninguna el narrador se pone en el papel del perdedor, sino más bien resalta su astucia, su templanza o su “coraje” para poner en el sitio que le corresponde a su “contrincante”. Nunca habla mal de sí mismo.

Para que al conversación sea efectiva, de acuerdo a la parte teórica, debe haber una retroalimentación, es decir, quien escucha debe formar parte activa del proceso, añadiendo o alimentando el diálogo con sus aportes. Pero para que ese proceso se cumpla, el que escucha debe interesarle lo que el otro dice.

Las personas quieren hablar de sí mismas (de hecho, muchas conversaciones se dan poniendo de protagonista a quien habla, aunque sea siendo espectador). Ocurre entonces que mientras una persona habla el otro se muere de ganas de aportar algo más, teniéndose de protagonista también.

Si la conversación se orienta a la experiencia de uno, y deja de lado al otro, se hace aburrida. La persona en el fondo no le interesa lo que le pase a quien habla, sólo quiere aprovechar la oportunidad de expresarse. No se si se entiende la idea. Muchas conversaciones entonces no son sinceras. Se dan por cortesía, claro, pero en el fondo la persona puede preguntarse en lo secreto “¿Y a mi qué me importa?”.

“Las apariencias nos hacen parecer normales”

martes, 1 de junio de 2010

¿Quien nos roba la felicidad?

Una persona camina por una calle. Ese día se siente bien, contenta: No le molestó despertar temprano, su taza de café le quedó de maravilla, logró tomar el transporte sin contratiempos, en el trabajo o en los estudios todo se dio bien… hasta que encuentra en sentido contrario precisamente a “esa” persona. Hasta allí le llegó la felicidad. ¿Qué ha pasado?

La felicidad es un estado de la persona. No se puede decir que se obtiene cuando el individuo tiene lo que desea. Viene sola. A pesar de las carencias, cualquier sujeto en este mundo puede tener un instante de felicidad, de paz o dicha. ¿Cómo se pierde? Si la persona entiende que la felicidad es un estado interior, debe averiguar cómo alcanzarlo. Si sabe cómo alcanzarlo, debe luego comprender que no importa lo que suceda afuera, en la cotidianidad o los eventos. La felicidad no debe alterarse con esas cosas.

¿Nos roban las felicidad? No. Sólo permitimos que las cosas del mundo nos invadan y perdamos ese estado.

No debemos permitir que el mundo nos quiten ese estado interior.

El problema del Yo

Dentro de ciertas filosofías, especialmente las orientales, se entiende que la base del dolor humano es el deseo. El “Deseo” es una fuerza en la persona que lo desvía de vivir realmente y en plenitud. Una persona puede desear cualquier cosa, pero justamente desea lo que no tiene. No hay que desear, hay que disfrutar.
Corrientes esotéricas más recientes afirman que el dolor humano tiene su asiento en el “YO”, el “Mí Mismo”. El Ego (del latín “YO”) es entendido como un conjunto de fuerzas dentro del inconsciente de la persona que lo incitan a satisfacer sus necesidades, entiéndase necesidades de los propios “yoes”, no de la persona. El Yo tengo, yo soy, yo hago, yo se… no son más que diferentes elementos en la persona que le hace vivir una realidad alternativa, casi personal.
Ahora, el problema del YO es el Tú. Cuando una persona no hace lo que el otro quiere empieza el problema (si siquiera le pide, porque hay ocasiones en que una persona pretende que el otro haga lo que considera que debe hacer, sin decirle nada, ni darle una pista). Es común, por ejemplo, una pareja. El hombre ve la televisión, la mujer está a su lado y no quiere ver ese programa sino quiere un instante con la pareja. El hombre interpreta mal las señas y le dice “¿es que quieres ver otro programa?” La mujer se ofende, se molesta, se cruza de brazos y le dice: “Sigue viendo  eso, no importa”. El hombre se enoja y reclama: “¡Es que ni siquiera se puede ver nada en esta casa!”. Conclusión: Los demás no hacen lo que yo quiero que hagan, pero ni siquiera le dice lo que quiere.
Para lograr una relación efectiva, debe haber comunicación. Si hay amor, tolerancia y disposición al cambio, las relaciones nos ayudan a crecer internamente.
El problema del Yo es el Tú. Cuando no hacen lo que que queremos, nos molestamos. ¡Es absurdo!
Puede ocurrir el caso en que una persona quiera tener el protagonismo de algo. Si alguien no está de acuerdo con lo que el otro quiere hacer, la primera persona se ofende porque hay alguien que se opone a su plan perfecto, sea cual sea. Hay que recordar que en el mundo de cada quien, las cosas que hace son las mejores. Los demás pasan a segundo plano. Esa es la triste realidad.
Hay que eliminar esos defectos psicológicos inconscientes. No importa cómo se le llamen en oriente u occidente. Si hay algo en mi naturaleza que me impide alcanzar la dicha de la paz y el crecimiento, debe ser eliminado. No podemos ni justificarlo, ni ignorarlo y mucho menos entenderlo. El problema del Yo debe ser cómo eliminarlo.

jueves, 27 de mayo de 2010

Vivir en el aire

Continuando en la constante de este blog, expongo ahora otro escrito que busca dar una visión de la vida diferente, analizando fundamentalmente el comportamiento humano. Esta vez se hablará sobre… el idealismo, o como yo le llamo: “vivir en el aire”.
El ser humano a lo largo de los siglos siempre ha soñado. Se podría decir que forma parte de la naturaleza (actual) de la humanidad. Principalmente, cuando se sueña con lo que no se tiene pero puede obtenerse, se le llama “metas”. Cuando se sueña con lo que no se tiene y no puede obtenerse, se le llama “anhelos”. Cuando se sueña con lo que no se tiene, no puede obtenerse y no es realmente posible hacerse, se le llama “fantasías”. Metas, anhelos y fantasías, son tres cosas de lo mismo: Sueño.
Lo real es lo opuesto al sueño, por definición. Desde cierto punto de vista se puede decir que “el que sueña, deja un instante de vivir”. Soy partidario de participar activamente en la vida. Entiéndase que participar “activamente” no quiere decir que la persona deba vivir en los excesos o extremos. Vivir no implica sentir adrenalina en el cuerpo. Vivir la vida en el instante implica percibir todo lo que ella ofrece a través de sus doce (sí, doce) sentidos. Bueno, al menos en los 5 primeros. Cuando camine por la calle, sienta realmente que está caminando, escuche todo lo que está alrededor, perciba los aromas, deje que la mirada contemple realmente todo lo que alcanza a ver, sienta el frío, el calor o el viento incluso en la piel. Lo del gusto está difícil, a menos que camine comiendo una rosquilla, lo importante es sentir y percibir todo alrededor.
¿Qué hace la persona mientras camina? Piensa. ¿En qué piensa? En lo que le dijeron o debe decir, en lo que quisiera decir o lo que nunca diría. Piensa en situaciones poco probables (donde usualmente es el vencedor o el que tiene la respuesta o acción más atrevida e impactante). Piensa en los deberes que no hizo o los que debe hacer, tal vez en los que nunca haría. Piensa en el amigo, el familiar, la pareja, los hijos, el jefe o el trabajo. Piensa en los gobernantes y los gobernados, en los que dirigen y los que siguen. Piensa en el afligido y el afortunado (queriendo la persona estar en esa posición). Mientras la persona piensa de esa manera, deja de vivir por momentos ya que no percibe lo que está alrededor. Simplemente no está viviendo, es todo. Es común entonces que pase de largo a donde debió haber llegado, que no se de cuenta del trayecto dado o el tiempo pasado. Cuando la persona deja de vivir, la vida misma le parece gris.
Si la persona quiere moverse en el camino del conocimiento debe aprender a vivir. Aprender a vivir es percibir la vida en el instante donde se encuentre. Percibir la vida es dejar de soñar. ¿De qué sirve preocuparse? Como decía Enrique Barrios, Pre-Ocuparse, es decir, pensar en algo antes de tiempo. Preocuparse no es lo mismo que planificar, es obvio. Pensar no es lo mismo que razonar. Quien diga que no puede vivir sin pensar, es alguien que realmente no sabe que está vivo. Quien cree ingenuamente que el pensamiento lo es todo, es alguien que vive en el aire. Debemos poner los pies en la tierra. Hace tiempo escribí en explicación a mi seudónimo (Link Nightmare):
“Es preferible estar entre pesadillas, porque solo el horror de cada momento te obliga a abrir los ojos y despertar a la vida”
Vivir en el aire implica que la persona desea que las cosas funcionen a como la persona quiere. Vivir en el aire implica que la persona no acepta la realidad. Las fantasías sólo sirven para hacer que la persona se distraiga de la realidad, es algo así como un bálsamo para aliviar lo que no le gusta de la vida. Es absurdo sufrir por otros y me gustaría aclarar eso. Una cosa es ser solidario y ayudar para aliviar el dolor de alguien y otra muy, pero muy diferente es simplemente “sufrir” por o con alguien, repetir su dolor (sea angustia, preocupación, malestar, disgusto, etc) pero no contribuir para cambiarlo. Que mi ciudad, mi país o el mundo entero esté mal, atravesando por crisis, sufriendo o lo que sea, no implica que yo deba estar en la misma situación y “quejarme” si no estoy haciendo nada para ayudar a solucionarlo. La queja es el lamento de una persona que no tiene la más remota idea lo que es estar vivo.
No hay que confundir solidaridad con quejas colectivas. Si algo no me gusta, mi primer deber es cambiarlo. Si no puedo cambiarlo (por imposibilidades físicas o limitantes numéricas –una sola persona no puede cambiar un grupo-) debo dejarlo allí y respetar la decisión de los implicados a atravesar ese proceso. Aunque muchas personas no lo crean (o acepten) cientos de millones de personas en el mundo tienen la capacidad de elegir y eligen sufrir, aunque ni ellos mismos lo sepan.
No se puede permitir que personas, situaciones o eventos exteriores condicionen el estado interior. Nuestro cuerpo físico está en correspondencia a los eventos externos, eso sí. Lo que no está condicionado ni debe estarlo, son los estados interiores. No se puede permitir que los demás nos digan cuándo debo estar feliz o molesto, eso sólo lo determinamos nosotros mismos.
Hay personas que creen que la capacidad de elegir se basa en escoger lo bueno o noble y desechar lo malo, dañino y perjudicial, incluso lo injusto. La capacidad de elegir no está en las cosas que vienen a nosotros. La verdadera capacidad de elegir está en permitir que los eventos exteriores nos condicionen o no. No se puede vivir en las nubes, pretendiendo que se vive en el mundo ideal donde las cosas son como uno quiere que sean. Es la base doctrinal lamentablemente de muchas formas religiosas en la actualidad: Vivir en el aire.
Para finalizar sólo podría decir lo siguiente: ¡Psicoanalízame!

miércoles, 26 de mayo de 2010

La culpa es de cualquiera… menos mía

En ocasiones la persona puede enfrentarse a situaciones donde debe aparecer un responsable. Siempre existe un culpable, para todo. La culpa fue de Adán que mordió la manzana, entonces la culpa es de Eva. Pero a Eva le dieron la manzana, así que la culpa es de la serpiente. Pero la serpiente sólo le indicó a Eva lo que habían creado en el Jardín del Edén, por lo tanto ¡la culpa es de Dios!

Como siempre existe un culpable para nuestras desgracias, la persona siempre la recordará cuando debe aparecer un culpable. Si la persona es fracasada en la vida, la culpa será de los padres por no haberlo formado. Si recibió una justa formación, la culpa es de la sociedad que no le permite alcanzar lo que desea. Allí tenemos la historia de los opresores y los oprimidos.

Muchas sociedades han sido esclavizadas por otras, por motivos tan variopintos como tener un color de piel diferente, estar viviendo en algo que ellos quieren o bien haber perdido una batalla. Unos arriba, otros abajo. Los de arriba están porque se lo han ganado, los de abajo están porque lo han permitido.

Es gracioso que la persona le eche la culpa de sus desgracias a otro. Si un niño es malcriado, la razón de ser que sea de esa manera está en los padres porque ellos así lo han permitido. Si una persona no tiene fuente de ingresos, no es por la crisis económica (cuyo culpable siempre es el gobierno) sino porque la persona no se ha decidido a seguir adelante. He conocido personas que llevan años (sí, ¡años!) desempleados y aún no consiguen trabajo… a pesar de haberle dado muchas oportunidades. No quieren “ese” trabajo, quieren “el trabajo”. Por ello están como están.

Es de ingenuos pensar que la culpa que el país se encuentre en crisis (independientemente en qué parte del globo se encuentre la persona) sea por una o varias personas. Si un país está en crisis es porque nosotros (hablando como masa de individuos)  así lo hemos permitido y contribuido incluso.

Hasta que la persona no asuma la postura que es dueño de su vida, siempre vivirá de las quejas y echará las culpas afuera. Si no es una persona, es un planeta, un signo zodiacal, “las energías”, el karma de existencias anteriores, etc. La culpa la buscará afuera, lejos de sí, rechazando tener cualquier tipo de responsabilidad en la problemática actual.

Si la persona quiere triunfar, debe tener el coraje para asumir el hecho en cualquier nivel. Si la persona quiere avanzar en el conocimiento, el sendero espiritual, también el social o laboral, debe tener en cuenta que todos sus hechos generan consecuencias, favorables o desfavorables, que repercutirán tarde o temprano en su vida.

Hay que aprender a vivir la vida, no en excesos, sino en plenitud. Mi vida es lo que hago, no lo que veo. ¿Para qué fijarme sobre quién es el culpable de haber matado a un niño en el otro lado del mundo? Aunque es lamentable que eso ocurra, mi parecer o postura ni ayudará ni empeorará esa situación. Mi vida es mi entorno. Si el país se cae a pedazos y no consigo lo que me gusta (no confundir lo que necesito), la culpa no es quien manda en su turno (puesto por nosotros mismos) sino por mi limitación a aceptar cambios y modificar paradigmas. Si no hay “pan”, comeré “papas”. Si no hay ni pan ni papa, comeré frutas. La vida es simple ¿par qué complicarla? No se puede pretender que los demás hagan las cosas como yo las haría (incluso, como yo quisiera que se hicieran, porque tal vez en esa situación yo haría otra cosa diferente).

¿De quien es la culpa? De cualquiera, menos de mi mismo.

jueves, 13 de mayo de 2010

¿Qué es la verdad?


"La verdad no es una postura personal, la verdad es lo real detrás de los conceptos"

Se ha dicho en muchas portunidades que cada cabeza es un mundo. Esto quiere decir que cada persona piensa de manera diferente y eso es su verdad. Indiferentemente de las creencias de cada quien, podría decirse que hay cosas que no aceptan medias tintas.

Por ejemplo, cuando el Sol sale se le llama "día" y cuando se oculta "noche". La expresión "Sol de Medianoche" nada tiene que ver con que el Sol salga en la noche ni mucho menos, es simplemente una expresión simbólica.

No se puede confundir símbolo con realidad. Muchas doctrinas religiosas lamentablemente han caído en eso. Una persona puede tener una idea de lo que sucede más allá de la muerte: se acaba cualquier tipo de expresión conciente (muerte espiritual), asciende a regiones superiores (cielos) o continúa en un proceso de avance (evolución). Sea lo que la persona tome como cierto, no implica que eso sea lo que le suceda cuando se retire...

Otro ejemplo es la Astrología. Una persona cualquiera puede vivir sin tomar en cuenta los efectos de los astros sobre su cuerpo o psiquis, pero esto no quiere decir que dejen de afectarle. He conocido personas que se revelan a que los astros le controlen sus destinos y consideran que un pensamiento superior les puede hacer pasar por encima de todo eso... y tienen a Mercurio en Acuario en Casa 9 (para el que no lo capta, es la influencia que condiciona ese tipo de pensamiento).

Hay cosas que permanecen ocultas a las personas que aún no tienen capacidad de comprenderlo. Y "oculto" se entiende que la persona simplemente no lo ve, o se reúsa a verlo. No estamos en tiempos de hermetismo. Digamos que se ha pasado a un nivel en que las enseñanzas se hacen evidentes, pero sólo quien tiene la capacidad de ver, pues puede ver.

Todo concepto, idea o dogma debe quedar fuera de la persona que quiera conocer la verdad, pues esta no puede acomodarse a nuestros caprichos personales. Hay cosas que son fuertes que muchos no aceptarían, pero no podemos hacer nada, es la verdad.

Siempre me recuerda a aquella película llamada Matrix, donde se le proponía a la persona conocer lo real y salirse del mundo que cree es verdadero, pues la verdad es un choque que no todos pueden comprender.

¿Quieres conocer la verdad? Habría que preguntar: ¿Qué tan dispuesto o dispuesta estás a cambiar y abandonar "eso" que crees ?

Esto no es cuestión de conceptos sino de hechos. La ciencia y la religión no pueden estar separados y he allí el error de la humanidad. Todo elemento espiritual puede ser comprobable, no con las herramientas físicas, pero sí con métodos especiales. Por ejemplo, una persona entra a una casa y "percibe" algo extraño. De eso hace anotaciones. Otra persona (que no se conocen ni tienen noticias o comunicación) también lo hace y percibe "algo". La comparación de ambos determinará qué es lo real detrás de todo eso. Ese es el método científico y allí sobras las explicaciones.

Si las personas de las religiones dejaran los dogmas de lado, no existirían las peleas y diferencias entre grupos, pues todos trabajarían en lo mismo.

viernes, 26 de marzo de 2010

Las pequeñas cosas de la vida


Mucha gente en esta sociedad actual únicamente le presta atención a las cosas importantes (creo incluirme en ello). Tal vez la persona sea muy celosa con sus amistades y no permita que nadie se acerque a su “círculo”. Las cosas importantes realmente destacan en nuestra vida.

La persona tal vez quiera un gran auto, una enorme casa. Un impresionante equipo de sonidos o bien un flamante TV de Plasma (nada de CRT) de muchas pulgadas. Grandes sueldos, grandes parejas, grandes hijos. Grandes cuentas de bancos. Todos quieren ser grandes, nadie quiere estar “detrás” de otros.

Se quiere que los méritos sean grandes, que los premios sean grandes, grandes oportunidades, grandes recompensas. Nadie quiere lo pequeño. He allí el problema. Cuando un niño nace, el padre o la madre no es capaz de ver al niño en ese estado: pequeño. Es común escuchar: “El será… Cuando sea grande… Cuando esté mayor…”

No saben ver las cosas como son, como vienen. Todo es como es, ni mayor ni menor. Eso es lo que muchos no entienden. Al olvidar los detalles olvidan realmente lo que compone la vida. Esas pequeñas cosas le dan el gusto y el matiz a la vida real. De hecho, por las “pequeñas cosas” conoces realmente a la gente…

Sin embargo, hace un par de días esa manera de ver la vida me trajo muchas reflexiones. Pasaba frente a una funeraria (todos los días, de hecho, debo pasar frente a ella). Ese día el carro fúnebre estaba en la puerta, esperando. Muchas personas le acompañaban. Justamente me toca pasar cuando van sacando al “protagonista” del evento: Una urna blanca, de no más de un metro de tamaño.

Esa visión me impactó. Decidir no ver a las personas y empecé a acelerar el paso: no quería percibir nada de esa gente (es una de mis facultades – defectos).

Mientras tanto, reflexionaba: Ojalá esa “pequeña cosa de la vida” se hubiese retirado “más grande”.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Qué pasaría si muriera?

¿Qué pasaría si muriera mañana?
Seguiría hoy levantándome tarde, tomando una taza de café y saliendo a la hora al trabajo.
Tal vez me molestaría con mi hija, con mis gatos o con el perro de la casa.
Esquivaría a un conocido en la calle para no saludarle.
Me quejaría del calor, de la gente, del ruido, de la inconciencia.
Perdería horas frente al televisor, ganaría instantes ayudando a otro.
Abrazaría y besaría a mi esposa y mi hija al llegar a casa, luego de extrañarles todo el día.
Me acostaría tarde haciendo cualquier cosa en mi computadora o Internet, dejando para después algún trabajo pendiente.

¿Qué pasaría si muriera hoy?
Tal vez esté en el lugar equivocado en el peor momento.
Sentiría un fuerte dolor que nuble mis sentidos, o ruidos que no salgan de ningún lado.
Desearía hablar, comunicar algo sin poder hacerlo.
Lamentaría no tener a un lado a ciertas personas, agradecería no tener cerca de otra.
Dejaría poco a poco de sentir mis manos, dejar de oler, dejar de escuchar.
Todo serían suaves susurros. Todo sería más oscuro.
La paz sería una bendición en ese momento.

¿Qué pasaría si hubiese muerto ayer?
Mucha gente que no conozco estaría alrededor. Los amigos estarían cerca y los enemigos rondando.
Llantos, lágrimas y suspiros se escucharían. Risas en otros lados serían reprimidas.
Puede que me pregunte en ese momento quién ha muerto.
Tal vez algunos me digan cosas que nunca se atrevieron a decirme.
Tal vez otros me pidan perdón porque no se atrevieron a hacerlo antes.
Mientras tanto, acerquen un cuerpo al fuego en medio del silencio.

¿Qué pasaría si hubiese muerto la semana pasada?
Evitarían hablar de mí. Tal vez mis cosas sean repartidas
Los amigos dispersados y los familiares trabajando.
La gente iría a fiestas y otro ocuparía mi puesto.
Los niños jugando, los gatos maullando y el perro saltando.
Todo normal, como siempre ha sido.

¿Qué pasaría si hubiese muerto el año pasado?
La vida seguiría. Algunos naciendo y otro muriendo.
Pero en medio del frío un golpe me haga reaccionar.
Abriendo los ojos, muy lento y con miedo,
vería el mundo al revés, gente vestida del mismo modo
Descubriendo sonrisas detrás de sus bocas cubiertas…