domingo, 12 de septiembre de 2010

Quién te garantiza a ti….

A través de diferentes eventos que suceden en la vida, la persona debe tomar determinadas posturas. Gracias a ello se ha creado la ética. Es ésta la que ha originado la religión y por supuesto el llamado sendero espiritual. Por mantener ese código moral aparecen los reglamentos, las leyes y demás cosas para mantener un equilibrio. Pero si vamos desde únicamente el punto moral o espiritual….
¿Quién te garantiza a ti que existe un más allá? Inevitablemente muchas sociedades basan su comportamiento en este mundo teniendo en cuenta lo que les ocurrirá más adelante, por eso, no hacen determinadas cosas. ¿Quién te garantiza que la paga del pecado es la muerte? ¿Quien te garantiza que deberás responder por tus actos? ¿Quién te garantiza a ti que existe un Dios compasivo que te recibirá con los brazos abiertos por tus buenas acciones? ¿Quién te dice que existe alguien con cuernos que te atrapará si no?
¿Y si no hay nada? ¿Y si fuera de todo existe el profundo vacío, la perpetua oscuridad de la nada? ¿Quién te garantiza que dar rienda suelta a tus gustos y pasiones te traerá “Karma” negativo? ¿Por qué existe gente en el mundo perversa que disfruta y gente humilde y correcta que sufre? ¿Y si los esfuerzos de cada uno no traen beneficios luego?
Ciertamente la conducta humana se basa en lo que cree que es correcto. Realmente no existe el mañana ni tampoco existe el ayer. Lo que nos interesa es el ahora, el AHORA. ¿Qué importa qué diga tu código ético, moral o espiritual? ¿Qué importa tu doctrina, religión o secta?
La vida hay que vivirla, disfrutarla, la vida es ahora.
Por ello, hay sólo una cosa que me preocupa: ¿Quién me garantiza que todo lo que he dicho sea falso? ¿Y si realmente hay algo?

lunes, 6 de septiembre de 2010

Háblame de algo que me interese

conversacion Tras varias reflexiones, uno puede darse cuenta hasta dónde llega la amistad. El ser humano es un ente social, es decir, necesita de la compañía de otros para compartir y comunicarse. El hablar diferencia a la persona del resto de seres de este planeta. Las personas se reúnen para hablar, ahora bien ¿de qué hablan?

Se puede intentar asegurar que más del 80% de las conversaciones se relacionan a terceras personas o bien a situaciones propias hacia otras personas. De la gran mayoría de conversaciones donde uno tiene el deber de participar, en prácticamente ninguna el narrador se pone en el papel del perdedor, sino más bien resalta su astucia, su templanza o su “coraje” para poner en el sitio que le corresponde a su “contrincante”. Nunca habla mal de sí mismo.

Para que al conversación sea efectiva, de acuerdo a la parte teórica, debe haber una retroalimentación, es decir, quien escucha debe formar parte activa del proceso, añadiendo o alimentando el diálogo con sus aportes. Pero para que ese proceso se cumpla, el que escucha debe interesarle lo que el otro dice.

Las personas quieren hablar de sí mismas (de hecho, muchas conversaciones se dan poniendo de protagonista a quien habla, aunque sea siendo espectador). Ocurre entonces que mientras una persona habla el otro se muere de ganas de aportar algo más, teniéndose de protagonista también.

Si la conversación se orienta a la experiencia de uno, y deja de lado al otro, se hace aburrida. La persona en el fondo no le interesa lo que le pase a quien habla, sólo quiere aprovechar la oportunidad de expresarse. No se si se entiende la idea. Muchas conversaciones entonces no son sinceras. Se dan por cortesía, claro, pero en el fondo la persona puede preguntarse en lo secreto “¿Y a mi qué me importa?”.

“Las apariencias nos hacen parecer normales”