jueves, 27 de mayo de 2010

Vivir en el aire

Continuando en la constante de este blog, expongo ahora otro escrito que busca dar una visión de la vida diferente, analizando fundamentalmente el comportamiento humano. Esta vez se hablará sobre… el idealismo, o como yo le llamo: “vivir en el aire”.
El ser humano a lo largo de los siglos siempre ha soñado. Se podría decir que forma parte de la naturaleza (actual) de la humanidad. Principalmente, cuando se sueña con lo que no se tiene pero puede obtenerse, se le llama “metas”. Cuando se sueña con lo que no se tiene y no puede obtenerse, se le llama “anhelos”. Cuando se sueña con lo que no se tiene, no puede obtenerse y no es realmente posible hacerse, se le llama “fantasías”. Metas, anhelos y fantasías, son tres cosas de lo mismo: Sueño.
Lo real es lo opuesto al sueño, por definición. Desde cierto punto de vista se puede decir que “el que sueña, deja un instante de vivir”. Soy partidario de participar activamente en la vida. Entiéndase que participar “activamente” no quiere decir que la persona deba vivir en los excesos o extremos. Vivir no implica sentir adrenalina en el cuerpo. Vivir la vida en el instante implica percibir todo lo que ella ofrece a través de sus doce (sí, doce) sentidos. Bueno, al menos en los 5 primeros. Cuando camine por la calle, sienta realmente que está caminando, escuche todo lo que está alrededor, perciba los aromas, deje que la mirada contemple realmente todo lo que alcanza a ver, sienta el frío, el calor o el viento incluso en la piel. Lo del gusto está difícil, a menos que camine comiendo una rosquilla, lo importante es sentir y percibir todo alrededor.
¿Qué hace la persona mientras camina? Piensa. ¿En qué piensa? En lo que le dijeron o debe decir, en lo que quisiera decir o lo que nunca diría. Piensa en situaciones poco probables (donde usualmente es el vencedor o el que tiene la respuesta o acción más atrevida e impactante). Piensa en los deberes que no hizo o los que debe hacer, tal vez en los que nunca haría. Piensa en el amigo, el familiar, la pareja, los hijos, el jefe o el trabajo. Piensa en los gobernantes y los gobernados, en los que dirigen y los que siguen. Piensa en el afligido y el afortunado (queriendo la persona estar en esa posición). Mientras la persona piensa de esa manera, deja de vivir por momentos ya que no percibe lo que está alrededor. Simplemente no está viviendo, es todo. Es común entonces que pase de largo a donde debió haber llegado, que no se de cuenta del trayecto dado o el tiempo pasado. Cuando la persona deja de vivir, la vida misma le parece gris.
Si la persona quiere moverse en el camino del conocimiento debe aprender a vivir. Aprender a vivir es percibir la vida en el instante donde se encuentre. Percibir la vida es dejar de soñar. ¿De qué sirve preocuparse? Como decía Enrique Barrios, Pre-Ocuparse, es decir, pensar en algo antes de tiempo. Preocuparse no es lo mismo que planificar, es obvio. Pensar no es lo mismo que razonar. Quien diga que no puede vivir sin pensar, es alguien que realmente no sabe que está vivo. Quien cree ingenuamente que el pensamiento lo es todo, es alguien que vive en el aire. Debemos poner los pies en la tierra. Hace tiempo escribí en explicación a mi seudónimo (Link Nightmare):
“Es preferible estar entre pesadillas, porque solo el horror de cada momento te obliga a abrir los ojos y despertar a la vida”
Vivir en el aire implica que la persona desea que las cosas funcionen a como la persona quiere. Vivir en el aire implica que la persona no acepta la realidad. Las fantasías sólo sirven para hacer que la persona se distraiga de la realidad, es algo así como un bálsamo para aliviar lo que no le gusta de la vida. Es absurdo sufrir por otros y me gustaría aclarar eso. Una cosa es ser solidario y ayudar para aliviar el dolor de alguien y otra muy, pero muy diferente es simplemente “sufrir” por o con alguien, repetir su dolor (sea angustia, preocupación, malestar, disgusto, etc) pero no contribuir para cambiarlo. Que mi ciudad, mi país o el mundo entero esté mal, atravesando por crisis, sufriendo o lo que sea, no implica que yo deba estar en la misma situación y “quejarme” si no estoy haciendo nada para ayudar a solucionarlo. La queja es el lamento de una persona que no tiene la más remota idea lo que es estar vivo.
No hay que confundir solidaridad con quejas colectivas. Si algo no me gusta, mi primer deber es cambiarlo. Si no puedo cambiarlo (por imposibilidades físicas o limitantes numéricas –una sola persona no puede cambiar un grupo-) debo dejarlo allí y respetar la decisión de los implicados a atravesar ese proceso. Aunque muchas personas no lo crean (o acepten) cientos de millones de personas en el mundo tienen la capacidad de elegir y eligen sufrir, aunque ni ellos mismos lo sepan.
No se puede permitir que personas, situaciones o eventos exteriores condicionen el estado interior. Nuestro cuerpo físico está en correspondencia a los eventos externos, eso sí. Lo que no está condicionado ni debe estarlo, son los estados interiores. No se puede permitir que los demás nos digan cuándo debo estar feliz o molesto, eso sólo lo determinamos nosotros mismos.
Hay personas que creen que la capacidad de elegir se basa en escoger lo bueno o noble y desechar lo malo, dañino y perjudicial, incluso lo injusto. La capacidad de elegir no está en las cosas que vienen a nosotros. La verdadera capacidad de elegir está en permitir que los eventos exteriores nos condicionen o no. No se puede vivir en las nubes, pretendiendo que se vive en el mundo ideal donde las cosas son como uno quiere que sean. Es la base doctrinal lamentablemente de muchas formas religiosas en la actualidad: Vivir en el aire.
Para finalizar sólo podría decir lo siguiente: ¡Psicoanalízame!

miércoles, 26 de mayo de 2010

La culpa es de cualquiera… menos mía

En ocasiones la persona puede enfrentarse a situaciones donde debe aparecer un responsable. Siempre existe un culpable, para todo. La culpa fue de Adán que mordió la manzana, entonces la culpa es de Eva. Pero a Eva le dieron la manzana, así que la culpa es de la serpiente. Pero la serpiente sólo le indicó a Eva lo que habían creado en el Jardín del Edén, por lo tanto ¡la culpa es de Dios!

Como siempre existe un culpable para nuestras desgracias, la persona siempre la recordará cuando debe aparecer un culpable. Si la persona es fracasada en la vida, la culpa será de los padres por no haberlo formado. Si recibió una justa formación, la culpa es de la sociedad que no le permite alcanzar lo que desea. Allí tenemos la historia de los opresores y los oprimidos.

Muchas sociedades han sido esclavizadas por otras, por motivos tan variopintos como tener un color de piel diferente, estar viviendo en algo que ellos quieren o bien haber perdido una batalla. Unos arriba, otros abajo. Los de arriba están porque se lo han ganado, los de abajo están porque lo han permitido.

Es gracioso que la persona le eche la culpa de sus desgracias a otro. Si un niño es malcriado, la razón de ser que sea de esa manera está en los padres porque ellos así lo han permitido. Si una persona no tiene fuente de ingresos, no es por la crisis económica (cuyo culpable siempre es el gobierno) sino porque la persona no se ha decidido a seguir adelante. He conocido personas que llevan años (sí, ¡años!) desempleados y aún no consiguen trabajo… a pesar de haberle dado muchas oportunidades. No quieren “ese” trabajo, quieren “el trabajo”. Por ello están como están.

Es de ingenuos pensar que la culpa que el país se encuentre en crisis (independientemente en qué parte del globo se encuentre la persona) sea por una o varias personas. Si un país está en crisis es porque nosotros (hablando como masa de individuos)  así lo hemos permitido y contribuido incluso.

Hasta que la persona no asuma la postura que es dueño de su vida, siempre vivirá de las quejas y echará las culpas afuera. Si no es una persona, es un planeta, un signo zodiacal, “las energías”, el karma de existencias anteriores, etc. La culpa la buscará afuera, lejos de sí, rechazando tener cualquier tipo de responsabilidad en la problemática actual.

Si la persona quiere triunfar, debe tener el coraje para asumir el hecho en cualquier nivel. Si la persona quiere avanzar en el conocimiento, el sendero espiritual, también el social o laboral, debe tener en cuenta que todos sus hechos generan consecuencias, favorables o desfavorables, que repercutirán tarde o temprano en su vida.

Hay que aprender a vivir la vida, no en excesos, sino en plenitud. Mi vida es lo que hago, no lo que veo. ¿Para qué fijarme sobre quién es el culpable de haber matado a un niño en el otro lado del mundo? Aunque es lamentable que eso ocurra, mi parecer o postura ni ayudará ni empeorará esa situación. Mi vida es mi entorno. Si el país se cae a pedazos y no consigo lo que me gusta (no confundir lo que necesito), la culpa no es quien manda en su turno (puesto por nosotros mismos) sino por mi limitación a aceptar cambios y modificar paradigmas. Si no hay “pan”, comeré “papas”. Si no hay ni pan ni papa, comeré frutas. La vida es simple ¿par qué complicarla? No se puede pretender que los demás hagan las cosas como yo las haría (incluso, como yo quisiera que se hicieran, porque tal vez en esa situación yo haría otra cosa diferente).

¿De quien es la culpa? De cualquiera, menos de mi mismo.

jueves, 13 de mayo de 2010

¿Qué es la verdad?


"La verdad no es una postura personal, la verdad es lo real detrás de los conceptos"

Se ha dicho en muchas portunidades que cada cabeza es un mundo. Esto quiere decir que cada persona piensa de manera diferente y eso es su verdad. Indiferentemente de las creencias de cada quien, podría decirse que hay cosas que no aceptan medias tintas.

Por ejemplo, cuando el Sol sale se le llama "día" y cuando se oculta "noche". La expresión "Sol de Medianoche" nada tiene que ver con que el Sol salga en la noche ni mucho menos, es simplemente una expresión simbólica.

No se puede confundir símbolo con realidad. Muchas doctrinas religiosas lamentablemente han caído en eso. Una persona puede tener una idea de lo que sucede más allá de la muerte: se acaba cualquier tipo de expresión conciente (muerte espiritual), asciende a regiones superiores (cielos) o continúa en un proceso de avance (evolución). Sea lo que la persona tome como cierto, no implica que eso sea lo que le suceda cuando se retire...

Otro ejemplo es la Astrología. Una persona cualquiera puede vivir sin tomar en cuenta los efectos de los astros sobre su cuerpo o psiquis, pero esto no quiere decir que dejen de afectarle. He conocido personas que se revelan a que los astros le controlen sus destinos y consideran que un pensamiento superior les puede hacer pasar por encima de todo eso... y tienen a Mercurio en Acuario en Casa 9 (para el que no lo capta, es la influencia que condiciona ese tipo de pensamiento).

Hay cosas que permanecen ocultas a las personas que aún no tienen capacidad de comprenderlo. Y "oculto" se entiende que la persona simplemente no lo ve, o se reúsa a verlo. No estamos en tiempos de hermetismo. Digamos que se ha pasado a un nivel en que las enseñanzas se hacen evidentes, pero sólo quien tiene la capacidad de ver, pues puede ver.

Todo concepto, idea o dogma debe quedar fuera de la persona que quiera conocer la verdad, pues esta no puede acomodarse a nuestros caprichos personales. Hay cosas que son fuertes que muchos no aceptarían, pero no podemos hacer nada, es la verdad.

Siempre me recuerda a aquella película llamada Matrix, donde se le proponía a la persona conocer lo real y salirse del mundo que cree es verdadero, pues la verdad es un choque que no todos pueden comprender.

¿Quieres conocer la verdad? Habría que preguntar: ¿Qué tan dispuesto o dispuesta estás a cambiar y abandonar "eso" que crees ?

Esto no es cuestión de conceptos sino de hechos. La ciencia y la religión no pueden estar separados y he allí el error de la humanidad. Todo elemento espiritual puede ser comprobable, no con las herramientas físicas, pero sí con métodos especiales. Por ejemplo, una persona entra a una casa y "percibe" algo extraño. De eso hace anotaciones. Otra persona (que no se conocen ni tienen noticias o comunicación) también lo hace y percibe "algo". La comparación de ambos determinará qué es lo real detrás de todo eso. Ese es el método científico y allí sobras las explicaciones.

Si las personas de las religiones dejaran los dogmas de lado, no existirían las peleas y diferencias entre grupos, pues todos trabajarían en lo mismo.